Río Machángara
Fecha: 21 de agosto de 2024
Accionante: El ciudadano Darío Javier Iza Pilaquinga en su calidad de PRESIDENTE DEL CONSEJO DE GOBIERNO DEL PUEBLO KITU KARA; la ciudadana María Elena Rodríguez Yánez en su calidad de COORDINADORA GENERAL DEL CABILDO CÍVICO DE QUITO; y, la ciudadana María Victoria Jaramillo Yánez
Demandado: GOBIERNO AUTÓNOMO DESCENTRALIZADO DEL DISTRITO METROPOLITANO DE QUITO, representado por el señor Pabel Muñoz López en calidad de ALCALDE DEL DISTRITO METROPOLITANO DE QUITO; solicitando además se cuente con el Dr. Juan Carlos Larrea Valencia en su calidad de PROCURADOR GENERAL DEL ESTADO.
# de caso ante la Corte Institucional: Caso No. 17250-2024-00087
Tipo de Acción: Acción de Protección
Eje del Acuerdo de Escazú relacionado al caso: Participación en Asuntos Ambientales, justicia Ambiental, defensores de la Naturaleza.
Hechos Sintetizados: El río Machángara fue crucial para los primeros pobladores de Quito, quienes se establecieron en su valle fértil, utilizado tanto para el cultivo como para el abastecimiento de agua. A lo largo de la historia, el río fue un lugar sagrado para los pueblos indígenas y los Incas. Tras la conquista, los indígenas cristianizados se asentaron en sus márgenes.
En el siglo XIX, el río aún se usaba para bañarse y recrearse, y era descrito como un vergel. Sin embargo, a lo largo del tiempo, la relación con el río cambió, pasando de ser un recurso vital a un vertedero de desechos. La contaminación aumentó, y se comenzaron a construir canales y a embalsar el río, con la urbanización y deforestación de sus alrededores.
En el siglo XX, el río fue utilizado como una cloaca para los desechos de la ciudad. A pesar de algunos esfuerzos por restaurarlo, como la creación de parques y la remoción de basura, el río sigue siendo gravemente contaminado.
Hoy, el Machángara recibe aguas residuales de alcantarillados y colectores importantes, y es una fuente de enfermedades. La contaminación ha afectado severamente la biodiversidad del río, con la pérdida casi total de especies acuáticas y una carga hídrica excesiva que causa erosión en sus taludes.
La situación sigue siendo crítica, a pesar de que las quebradas de Quito fueron declaradas patrimonio natural y se han hecho algunos esfuerzos de restauración. Sin embargo, la desconexión de la población con el río y la falta de control municipal han prevalecido, haciendo del Machángara una de las principales fuentes de contaminación de la ciudad.